Hace tres domingos escuché
una predicación de un joven que se está preparando para ir al campo misionero, y al oírle predicar con tanta pasión y ganas pensé: “wow, yo quiero tener esa misma pasión y
ganas de ir a otro país a compartir de Jesús”. Y posible si tú le hubieses
oído también, quizás hubieses pensado y deseado lo mismo que yo en aquel
momento.
Después que acabó la
predicación, me acerqué a agradecerle por el buen mensaje de la Palabra de Dios
y vi que tenía mucho escrito. Se había preparado muy bien. Había leído mucho,
pasado tiempo en oración y Dios sí que le estaba hablando a Él.
Leyendo ese tramo,
encontré la necesidad de buscar más intensamente oír a Dios. La Biblia enseña
que “Mas alábese en esto el que se hubiere de
alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago
misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero”
(Jeremías 9:24)
Después de leer ese
pasaje, que antes lo había leído muchas veces, volví a considerar el desafío de
Dios de buscar entenderlo tal cuál es para conocerle más en Sus atributos y
disfrutar mejor mí tiempo a solas con Él.
Como joven pastor,
pasé un tiempo muy afanado por demostrar que si puedo hacer la obra de Dios, y
dejé de prestar mucha atención a oír a Su voz para entender y conocer a Dios, y
si tu llevas un tiempo en el evangelio, mi temor es que pases por lo mismo que
yo. Puedes comenzar a saber de memoria lo que debes hacer, como debes actuar,
qué versículos ocupar, pero sin pasar tiempo en lo más importante para nosotros
como cristianos: Oír fuerte y claro a nuestro Señor, escuchar Su voz en las
Escrituras.
por Francisco Barra
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