Nos
encontramos en una cultura llena de modas, donde la gente hace lo que te hace
ver mejor delante del otro, buscando popularidad y reconocimiento. Hemos
llegado a un punto en el que los
principios, sean cuales sean, ya no importan, e importa más el resultado, la
sociedad se ha apropiado del lema: “el fin justifica los medios”, a más no
poder. Hemos llegado al punto en que lo malo es bueno, y lo bueno es malo (Is. 5:20).
Una
de las cosas de las que los jóvenes normalmente presumen es que ya han
comenzado a tener una vida sexual activa, dicen que han estado con infinidad de
chicas, cuentan sus experiencias, y en base a eso llevan a otros a hacer lo
mismo, deformando lo que Dios quiere para la sexualidad.
Pero
como jóvenes creyentes e hijos de Dios tenemos la misión de no ser cómo el
resto de la sociedad quiere que seamos, sino que antes bien debemos de ser luz
en medio de esta generación maligna y perversa (Fil. 2:15). Para ello, Dios nos ha dado la misión de mantenernos
puros, mostrando un buen testimonio delante de los que no creen, para que sepan
que Cristo ha hecho una obra en nosotros, y que hay un mejor camino por el cual
andar en vez de intoxicarse con los
placeres que ofrece el mundo (que cómo sabemos son temporales).
Uno
de los mejores ejemplos que tenemos en la Biblia acerca de la pureza, aparte
del mismo Señor Jesucristo, es José, hijo de Jacob, aprendemos de él en el
libro de Génesis. Resulta que ya en Génesis
39 José había sido vendido por sus hermanos, y había llegado a Egipto para
ser esclavo de un tal Potifar, sucede entonces que nuestro joven protagonista
empieza a ser tentado por la esposa de su amo Potifar, ante esto él hace tres
cosas que debemos replicar si queremos salir victoriosos:
1.- José reconoció el pecado. En el v.9 no
solo reconoce que si acepta la oferta de ella, estaría no solo ofendiendo a su
amo, sino que a Dios. Él no estaba viendo las cosas a través de los lentes de
la mundanalidad, sino que él estaba viendo a través de la perspectiva de Dios,
reconociendo el pecado como pecado.
2.- José no escuchó al pecado. Después vemos la lucha constante de José (v.10), ella estaba tentándole cada
día, pero él no la escuchaba, ignoraba completamente la tentación.
3.- José huyó del pecado. Ya cuando la situación se salió de las manos, y la
esposa de Potifar trató de forzarle a caer en pecado con ella, él huye (v.12), no se queda a hacer un debate
teológico de por qué está mal cometer adulterio, no, él simplemente se va, lo
más rápido posible.
Podríamos
hablar de José todo un día si quisiéramos, de su ejemplo de pureza, de
paciencia, y sobre todo de confianza en Dios. Pero su ejemplo es claro en
cuanto a la pureza, en cuanto a guardarnos para el Señor y salir triunfantes de
la tentación:
A) Mira las cosas
como realmente son. El mundo tratará de
meterte en la cabeza que el pecado se disfruta, que es lo mejor para uno, que
se hace “por amor”, entre otras cosas, pero la verdad es que el pecado siempre
traerá consecuencias consigo. El mundo tratará de venderte una manzana que por
afuera parece reluciente y jugosa, pero que por dentro está podrida. Los
placeres temporales no se comparan con los eternos, por eso es que preferimos
el pecado, estamos despreciando lo que nos ofrece el Señor. Así que si es que
ya hemos metido la pata, o si no queremos meter la pata, debemos empezar por
cambiar el enfoque, lo que hemos hecho está mal, o lo que nos están tentando a
hacer, es pecado contra el mismo Señor, debemos reconocer al pecado como tal, a
pesar de que los demás no lo vean así, lo que haremos será desafiar a la misma
perspectiva del mundo.
B) Escucha la Palabra, no al pecado. No basta con solo un cambio de enfoque, ya que cuando
propongamos en nuestros corazones no contaminarnos con la impureza del mundo (Dn. 1:8), Satanás tratará de tentarnos
aún más, buscando debilidad en nosotros
a través de la pornografía, películas, amigos, chicas o chicos que conozcamos, cosas
que escuchemos. La tentación puede ser muy fuerte, cada día insistiéndonos,
pero no debemos escucharla, sino que debemos escuchar lo que es el verdadero
alimento para todo creyente, la Palabra de Dios. Que la mayor instrucción sobre
pureza abunde en nuestros corazones (Col.
3:16)
C) Huye. Si estamos teniendo el correcto enfoque, no escuchando a
la tentación, vamos bastante bien encaminados, pero llegará el momento en que
tengamos que tomar una decisión cuando el mismo pecado esté a la puerta, cuando
nos agarrarán y nos presionarán para seguir al mundo en vez de a Cristo. Ante
esto, no nos debemos hacer los firmes (1
Co. 10:12), el verdadero valiente no es el que camina sobre las brasas,
sino el que huye (2 Tim. 2:22) para
poder seguir peleando y viviendo para Cristo. Por eso, si es que la tentación
te está pegando bastante fuerte, no esperes más, y corta el problema de raíz,
huye.
Quizás
estás en una relación con alguien que te está tentando a caer en pecado sexual,
o quizás estás jugando con la pornografía, puede ser lo que sea, eso está entre
tú y Dios, pero no esperes más a pensar que de alguna manera revertirás la
situación, porque no lo harás. ¿Quieres triunfar? Huye, toma decisiones
radicales que te ayuden a apartarte de
las tentaciones. Y por sobre todo joven, aprovecha de glorificar a Dios con tu
pureza.
Por Ricardo Nilian
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